Con capacitaciones para identificar oportunidades de desarrollo, entrega de equipos tecnológicos y planes de formación, ONU Mujeres busca impactar y cambiar la situación de millones de mujeres en el país.
En conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Rurales, vale la pena detenerse a pensar en las brechas y lo que implican para el desarrollo social de millones de personas cuando se habla de las diferencias entre ciudad y campo, y aún más cuando se trata de las mujeres. Fechas como esta invitan a una reflexión profunda sobre los roles de la mujer, su relación con el campo y hacia dónde el mundo debería encaminar sus esfuerzos para cerrar la distancia de la inequidad.
Las mujeres rurales representan el 43 % de la mano de obra agrícola, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta es una oportunidad para reflexionar sobre el papel que ellas ocupan en el desarrollo agrícola, promover su reconocimiento e implementar medidas eficaces para garantizar el pleno y efectivo goce de sus derechos humanos.
En el mundo, las brechas de género para las mujeres rurales persisten debido a las normas sociales discriminatorias, que continúan limitando su participación en ámbitos de toma de decisión, ya sea en sus comunidades o incluso en sus hogares, en muchas regiones del mundo. A estos retos se suman el acceso limitado a la asistencia sanitaria, la educación y el crédito para sus iniciativas, entre otros agravantes. Situaciones que se profundizan por las crisis mundiales —económica y alimentaria— y el cambio climático, que sigue afectando al mundo.
Como respuesta a esta desigualdad, empoderar a las mujeres rurales no solo es fundamental para el bienestar de las personas, familias y comunidades rurales, sino también para la productividad económica general, dada la amplia presencia de mujeres en la mano de obra agrícola mundial.